jueves, 8 de julio de 2010


ALEJANDRO DUMAS Y LA VERDADERA HISTORIA DE LA DAMA DE LAS CAMELIAS


Esta novela de tinte amoroso un tanto idealizado, no es simplemente un relato de carácter romántico, sino que a su vez, el escritor nos presenta parte de la realidad de una sociedad en un momento dado de su historia.

Dumas nos introduce en un ambiente del París del siglo XIX, aquél en el que bullía por sus calles un cuadro de tipo cortés y aristocrático, y nos esboza en unas maravillosas pinceladas las costumbres cotidianas de esa parte tan privilegiada como era el círculo noble y señorial de su época,en la que la gente adinerada se daba cita en los teatros públicos, y en los salones privados de sus lujosas mansiones, a los que acudían personajes ilustres del mundo artístico, político y literario.

La realidad nos la presenta el autor con rostros altivos, pavoneándose por las rues parisinas con expresiones arrogantes y vanidosas.

Alejandro Dumas que no pertenecía a esta refinada esfera social, se enamoró perdidamente de una cortesana, cuyo nombre verdadero era Alfonsiona Duplessis ,que recorría los mejores salones de París, y que se haría célebre por su exquisita compañía, su belleza, la vivacidad de sus ojos y una encantadora sonrisa.

Su hermosura, aparecía representada por una línea delgada en su figura y con una tez muy pálida que resaltaba del color oscuro de su cabello, estilo que estaba muy de moda por aquél entonces, pero que en Marie Duplessis, no representaba sino la larga y dolorosa enfermedad que padecía, la tuberculosis.

El idilio que ambos mantuvieron fue algo tormentoso, pues ella siguió rodeada de amantes, llevando una vida demasiado licenciosa para su grave enfermedad.

Así pues, en una fase de separación de la pareja, nuestra Dama falleció, y Alejandro Dumas, que sólo pudo acudir a su entierro, se encerró en su dolor, y en el período de un año salió a la luz su libro La Dama de las Camelias, en el que supo plasmar con objetividad los prejuicios sociales establecidos sobre en este caso las cortesanas de la época que, aunque para algunas consistía en una forma fácil de obtener dinero, para la gran mayoría era una única salida de poder subsistir sobre todo en un mundo de hombres, en el que la formación cultural quedaba relegada a un grupo muy minoritario de mujeres.


La novela de Alejandro Dumas tuvo tal éxito, que tuvo que editarla de nuevo adaptándola así al género del teatro, y posteriormente, el célebre compositor italiano Giuseppe Verdi, la inmortalizaría con el título de La Traviata, pasando a ser una de las mejores obras operísticas del gran músico, formando parte de su famosa trilogía romántica y popular junto con Rigoletto y Il Trovatore.


FIN







martes, 6 de julio de 2010

ALEXANDER DUMAS AND THE LADY OF THE CAMELLIAS (III)



I'm sure that the state of my mind I felt was caused by the seriousness of this event; because The Lady of the Camellias was dying and even Alexander Dumas was not near to her solace. I was looking for by all means his whereabouts, and in the end, I found one of their common friends in the cafe they both frequented. I asked him to send an emissary in his research to tell him the unexpected gravity of the situation that Marie was in; and after all,- my dear readers -I feel the need to answer the lady as if I was the true author, so her unhealthy body would hold up until his arrival.
You can check it out in the following lines;

Worthy blossom of my heart;

As the time passed and I had not any news about you, I had no choice than to set off to foreign countries, for an important matter with my father. But now that I've received your letter through an emissary, and dejected as I feel for your gloomy words, I have decided to get ready to stay beside you, with the only hope to see you and I will be near you in your grief, sorrow and death throes.
you are not driven to despair my dear love. Despite the fact my body is far from you not my soul, and taking you by the hand I whisper words of strength into your ears to resist this extreme sadness; can you feel them my darling?......
You need just wait for one or two more days, and I will be there again caressing your face, and holding your burning neck tight. I will ask you to stay with me and not to leave me never more, since as what would I do without you my dear?...

Don't be afraid, bercause I'm sure I will be very soon in your arms.

With all my lover.

Alexander.


And now I ask myself- Was I or not in the possession of doing the correct in this tragic story?
After all, Dumas didn't come in time, because his lady died on 5 February in 1847, when she had received the Holy Sacraments despite her damaging life, and in the most miserable loneliness, in spite of having so many lovers. but I'm sure that my letter was able to give her relief and comfort, and this is the only reason why I hold with pride the name of (if somebody thinks in this way) impostor of Alexander Dumas'son.
I could be present as Alexander in the burial of unfortunate Marie, so anybody, and I repeat, anybody didn't see me; and our flowed tears were the balm which covered her taciturn coffin all of it provided with the most beautiful camellias that you would be able to imagine.



domingo, 4 de julio de 2010

ALEJANDRO DUMAS Y LA DAMA DE LAS CAMELIAS (III)



Estoy segura que el estado emotivo en el que comencé a encontrarme se correspondía a la seriedad del asunto, ya que la gran Dama de las Camelias se estaba muriendo y Alejandro no se encontraba cerca de ella para su consuelo.


Busqué por todos los medios la manera de dar con su paradero, y al final hallando a uno de sus amigos en el café que ambos frecuentaban, logré que saliera un emisario en su busca para que le pusiese al corriente de la inesperada gravedad de Madame Duplessis y lógicamente queridos compañeros me vi en la obligación de contestar a la dama como si fuese el verdadero autor, para que su enfermo cuerpo resistiera hasta su llegada.


Apreciada flor de mi corazón:


Viendo el tiempo transcurrido sin noticias vuestras, tuve que partir con mi padre por tierras extranjeras por un asunto importante, pero que ahora, después que un enviado vuestro me ha entregado vuestra carta, y en pleno abatimiento por lo que en ella me comunicáis, resuelvo ponerme en camino con la única esperanza de poder veros, y que me tengáis cerca en vuestro amargo dolor y en vuestra lenta agonía.

No desesperéis querida mía, que aunque mi cuerpo todavía esté distante de vos, mi alma sin embargo se encuentra a vuestro lado, y cogiéndoos de la mano os susurro al oído palabras de aliento para que resistáis en este triste duelo

-¿Podéis sentirlas ya, vida mía?...

Tan sólo aguardad una o dos jornadas más y de nuevo estaré allí, acariciando vuestro rostro; y abrazado a vuestro ardiente cuello, os pediré que os quedéis conmigo y no me abandonéis, pues ¡Ay de mí, sin vos yo que haría!

No desesperéis que seguro pronto me tendréis.

Con todo mi más apasionado amor.


Alejandro.



Y me pregunto yo ¿Obré o no bien en toda esta trágica historia?...

Y después de todo Dumas no llegó a tiempo, pues su Dama falleció el 5 de febrero de 1847, tras recibir a pesar de su mala reputación los santos sacramentos, y en la más mísera de las soledades, aun habiendo tenido tantos amantes y amores….

Mas estoy segura que mi carta sí le sirvió de gran apoyo y consuelo, y sólo por ello, mantengo orgullosa el nombre (si es que alguien lo interpreta así) de impostora de Alejandro Dumas hijo.

Pude también estar presente de la misma manera que Alejandro en el sepelio de la infortunada Marie, aunque nadie, repito, nadie me vio; y nuestras lágrimas vertidas fueron el bálsamo que cubrió su taciturno féretro, todo él acompañado de las camelias más bonitas que pudierais nunca imaginar.